La lijadora orbital eléctrica es una de las herramientas más empleadas en los talleres de chapa y pintura para realizar operaciones de pulido de la carrocería, un tipo de reparación que ayuda a mejorar el aspecto de los vehículos que, con el paso del tiempo, han ido perdiendo el brillo propio de la pintura.
No en vano, factores como el mismo paso del tiempo, los lavados, la meteorología, las radiaciones solares o incluso la contaminación van poco a poco desgastando la capa superficial de la pintura, provocando los llamados “swirls” o microarañazos.
Este tipo de problemas se pueden solucionar, claro está, con un repintado completo del vehículo, pero hay alternativas más asequibles al bolsillo del usuario como es el pulido del coche, para el que se requiere de una lijadora orbital eléctrica, herramienta de la que hablamos en la entrada de hoy del blog de Reynasa.
Los expertos recomiendan utilizar esponjas de espuma con base de velcro para conseguir acabados perfectos. Se deben escoger en función de su densidad, ya que ello permite aplicar los diferentes productos de pulido. Existen tres tipos de esponjas de espuma:
Además, en el mercado se pueden encontrar tres tipos de productos destinados al tratamiento de las superficies pintadas con lijadora orbital eléctrica:
A la hora de usar esta herramienta, lo primero es verter una pequeña cantidad del polish sobre la lijadora, para después apoyarla sobre la superficie a pulir a modo de tampón 3 o 4 veces.
Es recomendable empezar en velocidades lentas para extender así el producto, para después ir aumentando poco a poco la velocidad avanzando en forma de S sin hacer mucha fuerza.
Un truco que recomiendan los expertos es solapar cada pasada sobre el borde de la anterior, primero horizontal y luego verticalmente, para conseguir el mejor acabado. Así hay que seguir hasta que se vea que el producto comienza a secarse y la superficie tiene aspecto mate.
Se retira entonces el polish utilizado y se cambia por un polish o esponja de pulido, repitiendo el proceso anterior hasta que se recupere el brillo en la pieza, para concluir con el polish o esponja de acabado, usando para ello la misma técnica.
De esta forma, si se ha realizado correctamente el proceso, la superficie no solo estará completamente lisa y uniforme, sino que además tendrá un brillo casi como el del primer día.
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