Cualquier problema en el sistema de frenado pone en riesgo la seguridad al volante. Casi nadie se atrevería a discutir esta afirmación, por lo que siempre es uno de los sistemas al que más hay que prestar atención a la hora de revisar el vehículo de cara al día a día o antes de afrontar un viaje largo. Eso sí, en el sistema de frenado intervienen muchos elementos: discos, pastillas, pinzas, líquido, pedal o neumáticos, entre otros, por lo que no es fácil saber el origen de un problema como puede ser la frenada irregular o intermitente. Qué provoca este problema que genera inseguridad al volante al aumentar la distancia de frenado es el tema abordado en la entrada de hoy del blog de Reynasa.
Dado que el sistema de frenado se compone, como ya hemos indicado, de diversos componentes, después de detectar una frenada irregular hay que realizar dos comprobaciones antes de seguir con el proceso de reparación. En primer lugar, comprobar las presiones de los neumáticos porque algo tan simple como que las dos ruedas del mismo eje no tengan la misma presión puede provocar este problema que se solucionaría de forma tan sencilla como regulando estos parámetros. También podría deberse a una mala alineación de las cubiertas, en cuyo caso sí sería necesario pasar por el taller para esta reparación de mecánica rápida.
Además, ante la hipótesis de que los neumáticos estén correctamente, el siguiente paso es acudir a un taller para que usen el frenómetro para analizar la frenada. Se trata de un equipo de medición que comprueba la intensidad de la frenada y el tiempo que se emplea para alcanzar la máxima energía de frenado, así como otros parámetros como la asimetría de los ejes, la eficiencia o la capacidad del freno de mano. Con este dispositivo se puede corregir, por ejemplo, el problema por el que al pisar el pedal del freno no llega suficiente intensidad y el vehículo incluso pueda desestabilizarse e irse hacia un lado.
El siguiente paso para detectar el origen de una frenada inestable es comprobar algunos de los otros componentes del sistema de frenado. A saber, las pastillas de freno que deben cambiarse cada 10.000 kilómetros o cuando se escuchen chirridos; las pinzas, que pueden estar dañadas, en cuyo caso habrá que sustituirlas y, por supuesto, el líquido de frenos, que hay que sustituir cada cierto tiempo para que no pierda sus propiedades (si hierve puede dejar el coche sin frenos). Además, en el taller mecánico será preciso que se revise el espesor del disco, primero para que sea el mismo en las diferentes zonas del aro de fricción y, en segundo lugar, para que tenga la misma distancia respecto al borde. Por último, otro punto de revisión en el proceso implicará averiguar si existen surcos en los discos de freno, para lo cual habrá que emplear un reloj comparador fijado a la mangueta mediante un soporte magnético.
C/ Ávila, 24 E 28804
Alcalá de Henares, Madrid
T+ 918 300 300
F+ 918 823 485
info@reynasa.com
www.reynasa.es