Los faros xenón y bixenón supusieron un enorme avance con respecto a los faros halógenos tradicionales que han montado los coches durante décadas. La mejora de visibilidad con respecto a estos últimos era enorme, lo que sin duda ofrecía mayores garantías de seguridad, al permitir ver mejor en condiciones nocturnas y/o de baja visibilidad, así como ser detectados por otros conductores con mucha más antelación. En la actualidad, este tipo de luces compiten con los faros led, de creación más moderna, por conseguir la mayor cuota del mercado posible. Pero, ¿cuáles son las diferencias entre los faros xenón y bixenón?
Básicamente, lo que distingue a una y otra opción de equipamiento en el vehículo es que los faros xenón solo llevan esta tecnología en las luces cortas, que al fin y al cabo son las que se utilizan en más del 90% de las situaciones de conducción nocturna, siendo en las luces largas la luz halógena convencional, mientras que los bixenón equipan este tipo de alumbrado en ambos casos, tanto en luces cortas como en las largas. Eso sí, este tipo de tecnología requiere obligatoriamente de otros dos dispositivos para su correcto funcionamiento. En primer lugar, la regulación automática para la altura de las luces, que tiene por objetivo evitar deslumbramientos a los conductores que vienen de frente y que se realiza a través de inclinómetros conectados a una centralita. Y en segundo lugar, llevan los llamados lavafaros que sirven, como su propio nombre indica, para lavar la cubierta de los faros, ya que la suciedad hace que el haz de luz se desvíe y deslumbre, además de servir para refrigerar el propio faro por dentro.
Hay muchas razones por las que compensa equipar el vehículo con faros de este tipo en lugar de con halógenas, aunque su coste sea superior. Para empezar, el rendimiento es hasta tres veces superior con el mismo consumo y el alcance es infinitamente superior, lo que ya de por sí es un motivo de peso. Pero, además, la vida útil de los faros xenón es muy superior, hasta cinco veces más que las lámparas halógenas. Los fabricantes estiman que su rango de uso alcanza las 2.500 horas y, en teoría, no deben fundirse, pero sí hay que sustituirlas cuando el haz de luz es morado. Y en ese caso, su coste puede rondar los 200 euros.
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