Las inclemencias meteorológicas y las bajas temperaturas, así como la sal que se esparce en las carreteras para deshacer el hielo, pueden originar corrosión en diferentes partes del vehículo tales como bajos, pasos de rueda o uniones de piezas de metal.
De la misma manera que el calor y las altas temperaturas no son nada buenos para determinados componentes mecánicos del coche, especialmente aquellos que tienen relación con el motor, el frío también puede afectar negativamente al vehículo. En partes mecánicas que pueden acabar congelándose. Pero también a determinadas partes de la carrocería, que al fin y al cabo son los elementos que están más expuestos a las diferentes inclemencias meteorológicas que se producen en los meses de diciembre a febrero tales como el frío, nieve, hielo, viento o lluvia. Por ello, esta entrada del blog de Reynasa tratará sobre los daños en la carrocería y pintura provocados por el frío.
Óxido y corrosión
Debajo de la pintura, en los bajos del vehículos donde pueda haber metal desnudo y sin protección o rincones y grietas de difícil percepción para el usuario, no así para el profesional del taller, son los lugares en los que es más fácil que aparezca el óxido y la corrosión. Y, aunque puede tener su origen en un exceso de humedad, hay otros factores externos como la sal que se esparce en las carreteras para deshacer el hielo que pueden provocar más fácilmente la aparición de este fenómeno tan negativo, no solo a nivel estético, sino que puede acabar afectando a partes más importantes a nivel estructural del vehículo.
Algunas zonas afectadas
Pero hay otros elementos también proclives a sufrir desperfectos con las bajas temperaturas como, por ejemplo, todas aquellas zonas cercanas a las ruedas como llantas, los parachoques, los pasos de ruedas o las parrillas delanteras. ¿El motivo? Que son zonas donde puede acabar acumulándose la sal de la carretera, aumentando así las posibilidades de que se produzca oxidación.
En estas partes, los profesionales del taller deben llevar a cabo revisiones más exhaustivas, no simplemente visuales, para comprobar que no haya indicio alguno de corrosión u oxidación y, en caso de que sí lo haya, atajar el problema cuanto antes para que no vaya a más. Unas partes a comprobar a las que hay que sumar también los puntos donde se unen dos piezas de metal, así como puertas, capó y maletero, entre otras.
