Cuándo llegará el coche completamente autónomo es todavía una incógnita. Hablamos del vehículo de nivel 5, es decir, aquel que en cualquier contexto y circunstancia es capaz de circular por sí solo, sin necesidad de ayuda alguna por parte del conductor. Pero hasta que ese momento llegue –probablemente más tarde de lo que se piensa, pese al esfuerzo de muchas marcas-, los vehículos modernos ya van incorporando sistemas automatizados que requieren de la adaptación de los talleres.
A todos nos suenan ya los ADAS (Sistemas Avanzados de Asistencia a la Conducción), que sirven para garantizar el buen funcionamiento del control de velocidad, el asistente de mantenimiento de carril o la ayuda de aparcamiento asistido. Muchos vehículos incorporan ya estos sistemas que dentro de unos años nos parecerán de lo más básico. Pero igual que el conductor se adapta a los cambios, los talleres también deben estar preparados ante esta nueva realidad y ser capaces de solucionar problemas en estos sistemas.
Algo tan simple como un bordillazo no solo puede provocar un daño en el neumático, sino que el problema se complica en un vehículo con ADAS. ¿Por qué? Pues básicamente porque si el bordillazo afecta a la alineación del vehículo, puede provocar que el asistente de mantenimiento de carril comience a fallar. Así, no solo habrá que acudir al taller para cambiar la rueda, sino también a realizar la alineación de la dirección y, por ende, recalibrar el sistema. Y lo mismo puede ocurrir en el caso de un golpe en el paragolpes delantero. Por leve que sea el daño en el mismo, puede acabar afectando a los sistemas de control de crucero que equipan ya muchos automóviles, pues el sensor o radar de corto alcance básico para su funcionamiento se encuentra en el paragolpes. Por no hablar de los cambios de luna delantera, que si no se realiza en un taller adaptado ya a estas tecnologías, impedirá que el sistema de frenada de emergencia o el asistente de precolisión funcionen adecuadamente, pues los sensores suelen estar ubicados en la parte trasera del retrovisor interior.
Por tanto, se antojará imprescindible para los talleres del futuro contar entre su equipo con herramientas específicas para la calibración de estos sistemas. Reciben el nombre genérico en inglés de Driver Assistance Calibration Tools y son capaces de graduar los niveles adecuados de los sistemas de la mayoría de marcas de automóviles en el mercado. Eso sí, sus costes no son precisamente bajos. Es indudable que el taller que lo tenga ofrecerá un servicio añadido al cliente, pero todavía hay que medir la rentabilidad de una máquina cuyo precio puede superar perfectamente los 8.000 euros en el mercado, como es el caso de la estación Bosch DAS 1000, una de las más completas del mercado.
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