Aunque el sistema de transmisión de un vehículo no se suele averiar, si no se efectúa un correcto mantenimiento puede dar problemas, que suelen tener su origen en fallos de otros sistemas del automóvil.
Así, por ejemplo, un uso excesivo del embrague o un fallo en el sistema de refrigeración pueden provocan un gran desgaste en los rodamientos o un sobrecalentamiento del sistema de transmisión, respectivamente, tal y como señalan desde Ro-Des.
Con el fin de llevar a cabo un buen mantenimiento, es necesario revisar todos los componentes y cambiar el aceite de la transmisión cuando lo indique el fabricante (los expertos suelen aconsejar cada 50.000 km).
Uno de los elementos a los que más atención hay que prestar es el guardapolvo de cada una de las ruedas. Si al girar se percibe algún tipo de ruido metálico puede que el anclaje tenga más holgura, lo cual significa que la junta está desgastada o poco engrasada.
Otro de los fallos habituales es que el palier esté desequilibrado, lo cual puede apreciarse a través de las vibraciones que se perciben cuando el vehículo va en línea recta. Para arreglarlo, debe sustituirse el bloque entero (palier más junta).
Asimismo, si se escuchan zumbidos al parar o acelerar o la estabilidad del sistema falla, puede haber un desgaste excesivo de los rodamientos o un desajuste en el diferencial.
Para alargar la vida de transmisiones manuales hay que mantener un correcto nivel de aceite de la caja de cambios, el cual se tiene que rellenar cada 25.000 km. En las transmisiones automáticas, se debe vigilar el buen estado de los neumáticos, puesto que si se producen fenómenos como el aquaplaning, la transmisión puede sobrecalentarse.
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