Si hay un sistema que no puede fallar en los meses de verano, ese es el del aire acondicionado. Es precisamente en los meses de mayor calor del año cuando se antoja fundamental mantener el habitáculo interior fresco y ventilado, para lo que es indispensable que este sistema se encuentre en perfectas condiciones.
Hemos hablado con anterioridad de la recarga, de cómo se debe lavar el sistema, de tendencias o de los peligros de no recargar con gas homologado. Pero antes de todo eso, quizá es necesario explicar cuáles son los principios de funcionamiento del aire acondicionado, asunto que abordamos en la entrada de hoy del blog de Reynasa.
Desde edad infantil se aprende que los tres estados de la materia son sólido, líquido y gaseoso y que el agua se puede encontrar en cualquiera de ellos. Como también se conoce que el punto de ebullición del agua es el momento en el cual la presión del vapor es igual a la presión atmosférica, momento en que se transforma en vapor (evaporación). Pues bien, es precisamente el principio de evaporación el que entra en juego en los sistemas de aire acondicionado para vehículos, solo que en lugar de agua se utiliza un agente refrigerante.
El coche lleva un sistema de refrigeración por compresión en el que el refrigerante circula en un circuito cerrado y está cambiando continuamente entre los estados líquido y gaseoso. El ciclo se compone de las siguientes fases:
De esta forma, el objetivo del sistema de aire acondicionado no es generar el frío, sino extraer el calor del aire que ingresa en el automóvil.
Muchos conductores desconocen que el circuito del aire acondicionado es cerrado, aunque sí suelen estar informados de que hay que recargarlo con el tiempo. ¿Cómo es posible? Porque se producen fugas o porque el paso del tiempo deteriora algunos de los conductos y se pierde estanqueidad. De ahí que, junto a la recarga, se precise una revisión de todo el sistema, puesto que de nada serviría recargarlo si se va a perder.
Además, hay que controlar todo lo que entra en el sistema, como por ejemplo que el refrigerante esté limpio y que, por supuesto, sea compatible con el sistema, según indicaciones del fabricante. Por último, también hay que tener presente la influencia del filtro de polen en el sistema, pues se trata del elemento que impide que partículas, impurezas y cualquier otro resto del aire exterior entre en el habitáculo.
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